Toda mi vida he sentido curiosidad por el mundo germano y su cultura. Gracias a mi carrera, he tenido la oportunidad de vivir en Hamburgo y en Obertauern, Austria, y conocer a sus gentes, sus costumbres y su manera de ser.
A raíz de vivir mi experiencia ERASMUS en Hamburgo, se me ocurrió que, como trabajo de fin de carrera, podría hacer un estudio sobre los estereotipos que tenemos de los alemanes, de cuáles tienen sobre nosotros y de si, realmente, nos vemos cómo nos ven y se ven cómo los vemos.
En esta primera parte de artículos sobre estereotipos culturales, me gustaría centrarme en cómo vemos a los alemanes y si son reales los estereotipos que tenemos sobre ellos.
Los estereotipos y sus tipos
Todos sabemos que los estereotipos son imágenes e ideas aceptadas por un grupo o sociedad. ¿Pero sabíais que existen heteroestereotipos y autoestereotipos? Los primeros hacen referencia a cómo nos ven desde otras culturas y los segundos a cómo nos vemos.
Inicié mi andanza en los estereotipos gracias al libro Viaje con Clara por Alemania (2010), de Fernando Aramburu, donde se nos relatan las vivencias de un español en Alemania. Su novia, Clara, de nacionalidad alemana, nos ayuda a ver cómo son los alemanes en comparación con el protagonista de nuestra historia.
¿Cómo vemos a los alemanes?
¿Qué es lo primero que pensamos cuando nombramos Alemania o se nos viene a la cabeza un alemán? ¿Son rubio, altos, guapos? ¿Beben mucha cerveza? ¿Son estrictos? ¿Tienen un idioma muy complicado y feo?
La distancia emocional
Quizá el hetereoestereotipo más común es la frialdad de los germanos. De las lecturas que analicé, pude extraer que, efectivamente, los alemanes son respetuosos y distantes, y para ello, pondré una cita:
Clara y la señora Kalthoff se despidieron a la usanza de las gentes del lugar, dándose la mano con una falta de efusión en la que ni agudizando la vista llegaría uno a vislumbrar la estrecha amistad que las dos se profesaban desde hace unos cuantos años. (Viaje con Clara por Alemania, página 12)
En comparación a nosotros, ellos son muy fríos al demostrar su cariño, o eso es lo que da a entender el protagonista de Aramburu con esas palabras.
Los sinsonrisa
¿Y de donde viene el estereotipo de que son serios, respetuosos y silenciosos? Pues investigando un poco, descubrí que es debido a su cultura protestante. Bernd F. W. Springer hace una reflexión sobre el tema, justificándolo:
Se podría decir que la cultura inglesa y alemana están influidas por la cultura protestante desde hace cientos de años como buena educación de no molestar a otros. (Einführung in die deutsche-spanischd Kommunikation, [Introducción a la comunicación germano-española])
El bloguero español, Gonzalo Velez, cuenta que son demasiado silenciosos:
Llegas a un bar o una fiesta privada y no se oye nada, no hay nada de ruido, el principal enemigo de los alemanes. Para qué hablar cuando no hay nada qué decir. En el tranvía o en el autobús es lo mismo. Un día escuché en un tranvía cómo masticaba chicle un chico dos vagones más allá. (gonzalitovelez.blogspot.com.es)
Aramburu también constata que son amables:
La señora Fischer, no bien se hubo enterado de quien era Clara y de los propósitos que la movían, se ofreció con mucha amabilidad a mostrarle la casa del escritor dos días después. (Viaje con Clara por Alemania, páginas 226-227)
Además de esto, nos cuenta una anécdota con la tía de su novia, la cual quiere contentarlo (en este caso le pone la televisión) para que no se aburra con la conversación que ella y su sobrina mantienen.
El prototipo de alemán guapo
En cuanto a la manera de vestir, también encontramos algunos ejemplos en artículos y blogs. La imagen que tenemos de los alemanes es la de rubios, altos y guapos, pero también rojos por el sol y con sandalias y calcetines.
Muchos nativos mostraban la tez rojiza, recubierta de un brillo levemente seboso, por cuanto es propio de ellos transpirar durante los ardores del verano la mucha mantequilla y quesos blandos que ingieren, así como congestionarse en vez de llegar a la morenez. (Viaje con Clara por Alemania, página 69)
La calle se veía transitada por grupos de gente con gafas de sol, gorras de colores agarradas con una mano para que no se volaran y los hombros, algunos de ellos, con el uniforme de excursionista alemán entrado en años: pantalón corto, calcetines de tonos claros y sandalias. (Viaje con Clara por Alemania, página 83)
Esta idea viene, sobre todo, por las regiones españolas donde veranean, ya que es muy común ver a los alemanes jubilados de vacaciones con el “uniforme de excursionista”, como lo denomina Aramburu.
Subanestrujenbajen
Según Aramburu, el alemán es un idioma difícil, amable y educado y con muchos anglicismos de por medio. Todo esto lo vive en sus propias carnes y nos lo deja saber con frases como estas:
Las declinaciones, los tres géneros del substantivo, el complicado régimen preposicional, la conjugación de ciertos verbos, toda aquella maquinaria verbal para cuyo aprendizaje se me figura necesario disponer de un segundo cerebro, había llegado a convertirse en una obsesión que no me daba tregua de día ni de noche. (Viaje con Clara por Alemania, página 261)
Por lo común, en alemán, para ofender a un semejante debemos vincularlo con la suciedad: con el agujero del culo preferentemente, también con la mierda, con un saco repleto de inmundicias… En mi país, tales afrentas no creo que conserven ninguna vigencia fuera de las guarderías infantiles. (Viaje con Clara por Alemania, página 104)
Me trae al pairo la pureza de los idiomas, empezando por el mío materno, que ya solo practico en la soledad de mis escritos, y siguiendo por el alemán, tan contaminado hoy de anglicismos que no sé para qué di el rodeo inútil de estudiarlo si para entenderme con los alemanes podía haber tomado el atajo del inglés. (Viaje con Clara por Alemania, página 139)
El alemán en el trabajo
Aramburu nos comenta que son muy trabajadores. Pero, ¿por qué lo dice? En su caso, porque su novia trabajaba sin descanso en su guía de viaje:
Por nada del mundo podía permitirse un descanso en su trabajo. Ni hablar de vacaciones. «Recuerda que tengo un plazo de entrega, ratón, y que me gustaría avanzar lo más posible de aquí al invierno para estar luego tranquila». (Viaje con Clara por Alemania, página 80).
Y, en uno de los textos que encontré, de la autora Isabel Gutierrez Koester, llamado “Spain is different”. Deutsch-spanische Auto- und Heterostereotype in der Filmproduktion des franquistischen Spaniens (“España es diferente”. Auto- y heteroestereortipos germano-españoles en la producción de películas en la España franquista), también se hablaba sobre el ámbito de trabajo de los alemanes y sus costumbres.
Hacen pequeñas pausas en lugar de un largo descanso. Por ejemplo, en vez de tomarse un descanso para comer de una hora, comen en quince minutos para seguir con el trabajo cuanto antes. Cuando surge algún problema en la oficina, lo hablan con el jefe o con sus compañeros para solucionarlo lo más rápido posible.
Es más, Salvador de Madariaga, diplomático y escritor español, ya en lo años 50 decía que los alemanes se definían como “continuidad y obediencia”.
Para terminar con los estereotipos más comunes, lo hago con la puntualidad alemana. Tanto ellos como nosotros pensamos que gozan de esta virtud. Incluso Peter Zudeick, periodista alemán, llega a decir en su columna de Die deutsche Welle:
Es cierto que de algo nos sentimos especialmente orgullosos: de nuestra puntualidad. Precisos como un reloj suizo, los alemanes lo somos hasta la médula.
Nuestra pregunta
¿Cómo los veis vosotros? ¿Casa este análisis con vuestra idea sobre los alemanes? ¿Ha cambiado mucho la imagen que teníais de ellos?