Literup os trae una nueva crítica creativa (si desconoces qué diferencias hay con una reseña, este artículo es para ti).
Últimamente están de moda las novelas postapocalípticas o distópicas, en las que la humanidad ha caído por culpa de algún desastre sobrenatural o una dictadura que impone un reality show para que los habitantes se maten entre ellos. Hay miles de formas horribles en las que la sociedad podría ser destruida. ¿Alguna vez pensasteis qué pasaría si todos nos quedáramos ciegos? Ahora podemos leerlo con Cegados.
Realizamos el sorteo de un ejemplar desde el miércoles 22 de febrero hasta el miércoles 1 de marzo en nuestra página de Facebook.
Como en otras ocasiones, os recordamos que estas críticas se disfrutan más si se ha leído el libro o se está haciendo lectura simultánea, para poder entender todos los elementos que aquí se explican con el texto delante. Hay un enlace a Amazon para comprar el libro al final del artículo.
Empezaremos con una breve sinopsis:
Una gran catástrofe asola a la humanidad, una erupción solar deja repentinamente ciega a la mayoría de la población. Solo unos pocos escapan a esta situación. Nuestra forma de vida y nuestras rutinas diarias desaparecen, todos estamos obligados al cambio. Hay que elegir una postura moral y ética, mientras unos aprovechan su situación de superioridad para sus intereses personales, otros se vuelcan en la ayuda desinteresada a los demás. Entre estos últimos un ciego de nacimiento, vendedor de cupones, resulta vital para adaptar y mejorar la vida de videntes e invidentes, junto a un vigilante de seguridad, héroe innato. ¿Cuál sería tu opción? Si no te decides, simplemente cierra los ojos.
Fran Sánchez nació en Almería en 1966. Ha trabajado en diferentes empresas y actualmente vive con su familia en su ciudad natal. Es aficionado a la informática, tenaz y obstinado autodidacta que ya tiene a sus espaldas diversos premios literarios. En 2016 dio el paso y publicó su primera novela, Cegados, cuya continuación saldrá durante el año 2017.
Los pros
La trama
Al contrario que muchas novelas que tratan la decadencia de la humanidad cuando un desastre le sobreviene, en Cegados nos encontramos con cuatro puntos de vista distintos de un mismo acontecimiento. Lejos de los héroes y heroínas propios de este tipo de historias, en Cegados podemos ser testigos de diferentes formas de llevar una situación de tales dimensiones.
Este es un punto muy positivo a la hora de la lectura, porque nos permite decidir hasta donde el código moral está justificado en situaciones extremas. Es así como nos encontramos con el héroe, la mujer florero, un informático egoísta y un ciego de nacimiento.
Los puntos de vista
Asimismo, las cuatro historias comienzan en diferentes puntos de la ciudad en el momento del fogonazo. Uno empieza a leer y piensa que las historias acabarán enlazándose de forma irremediable. Y sí, terminan haciéndolo, pero nunca de forma directa. Mediante la descripción de pequeños detalles, vemos cómo lo que hacen algunos de los personajes afecta a los demás.
«Durante el corto trayecto, observó algo curioso, algunas personas comenzaban a coordinarse y formaban cadenas humanas que se movían pegadas a las paredes, sin saber muy bien a dónde dirigirse», página 51.
Este fragmento, al principio confuso, tiene su explicación en la siguiente historia. Y así se desarrolla la trama, uniendo todo con pequeños relatos que suceden en el mismo arco espacio-temporal de once días.
Del mismo modo, el texto está plagado de la ironía y la hipocresía del ser humano que, ante una situación extrema en la que sobrevivir es una prioridad, somos capaces de hacer lo que sea, sin importar el código moral. Es así como nos encontramos con Susana, una señorita de compañía que ya se había topado con Rafa en el pasado. En esa época ella le juró que nunca más le pondría un dedo encima. Tiempo después, cegada, está dispuesta a acostarse con él y todo lo que haga falta con tal de que la cuide.
Jaime
Jaime es un ciego de nacimiento, mayor y acostumbrado a la oscuridad. Tiene un humor algo ácido y podría ser el mejor personaje que aparece en Cegados. Ya desde el principio, cuando se da de golpe con la situación caótica en la que está envuelta la ciudad, uno no sabe si reír o llorar con él.
«(…) a continuación escuché en la acera de enfrente alguien que gritó:
– ¡Estoy ciego, no veo, no veo!
Me pareció una burla cruel, así que le respondí con otro grito:
– ¿Qué pasa? ¿estamos de cachondeo?, ¡a mí no me hace ninguna gracia!», página 129.
«(…) Le reté a que simulara la explicación a un ciego de como afrontar un escalón. Aceptó con una socarrona carcajada, ya que creyó que era una prueba bastante sencilla.
-Acérquese despacio, muy despacio- comenzó la explicación con escaso interés-cuidado que hay un escalón, no vaya usted a caerse, párese, levante el pie…aváncelo un poquito…deposítelo en el suelo con cuidado, ahora levante el otro pie y póngalo al lado del otro…ya está.
(…)
-El escalón que usted ha descrito, ¿es ascendente o descendente?», página 138.
Jaime es humor y coraje, aunque también algo bocazas, triste y melancólico que, a pesar de haber vivido en la oscuridad toda la vida, es el personaje más útil que nos podemos encontrar porque puede enseñar a cómo ser ciego. Literalmente.
Los contra
Personajes tan profundos como un charco
Si bien es verdad que la premisa clave de Cegados es mostrarnos los diferentes puntos de vista de una persona cuando se sufre un desastre de este calibre, hay que decir que se ha hecho pobremente.
Para comenzar, este libro se fundamenta en personajes que durante once días tienen que adaptarse a su nueva situación. Lo razonable sería que, durante ese período de tiempo, fuéramos conociendo a todos por igual, dándoles la misma importancia en la trama.
Pero no, terminamos sabiendo el pasado de todos los personajes a la carrera y a presión, como un método muy poco creativo de justificar sus actos. Nos embotamos de la vida de cada uno sin llegar a crear esa conexión entre lector-personaje, convirtiéndolo en algo irreal al que tenemos que seguir a trompicones debido al rápido estilo narrativo del autor, que no teme mostrar cuál es su favorito.
Esto podemos verlo muy marcado en Rafa, el informático sexualmente frustrado, que parece que tiene que darnos pena. Su justificación para violar a una mujer y encerrar a otras tres en una casa es que, según él, la sociedad nunca le trató bien.
«Caminaba sin remordimientos, convenciéndose de la justificación de sus actos, de lo mal que la sociedad se había portado con él, de lo moral y de lo inmoral, que debía adaptarse a la nueva situación y si esta le favorecía, la iba a aprovechar», página 36.
Paco, el salvador
Y mientras que de Rafa podemos controlar los días que pasan desde la catástrofe y cómo su historia se desarrolla más o menos estructurada, nos encontramos con Paco, un guardia de seguridad de un centro comercial que tuvo la suerte de estar en un sótano cuando sucedió el fogonazo. Es la antítesis de Rafa, porque se convierte en el prototipo de héroe que coge la responsabilidad de salvar a todo el mundo.
Paco, curiosamente, está súper preparado para una situación de emergencia. Podría ser perfectamente el guardia de centro comercial más cualificado del mundo. Es casualidad que sepa tantas medidas de prevención de riesgos o de triaje. Junto con Jaime, será prácticamente el salvador de la ciudad.
No es que sea malo que Paco sea el héroe. El problema es que no se nos da una razón de peso por la que él deba serlo. ¿Por qué tenemos que saber toda la vida de Rafa para justificar su mal comportamiento, pero no las razones heroicas de Paco?
«Una enorme pesadumbre se apoderó de él, entró en pánico, durante unos minutos le asaltó la idea de huir y abandonarlo todo, así todo sería más fácil, mantener su supervivencia no sería excesivamente difícil e incluso la de un pequeño grupo de amigos y compañeros afectados, además él solo un simple vigilante de seguridad. Pero algo en su interior le impedía seguir con esa idea (…)», página 104.
Alicia
Finalmente tenemos a Alicia, la mujer florero.
Los intentos del autor en que la veamos como una mujer fuerte e independiente que será la que cure a los ciegos se van por el desagüe el primer día de catástrofe. Rafa, que estaba perdidamente enamorado de ella, fue a salvarla al hospital y la metió en su casa. Alicia, como toda mujer, se enamora de él a pesar de la ceguera. Ella insiste en que su prioridad es encontrar una cura para ella y para las otras chicas encerradas en el piso, pero su mente se desvía.
«Hace algo de calor, a todas horas oigo los jadeos y grititos de las chicas, yo no soy una mojigata reprimida, soy sexualmente activa, también tengo necesidades y creo que ya me toca, lo necesito por lo menos una vez al mes, necesito desfogar, liberar tensiones. Rafa se ha portado muy bien conmigo y sé que no hay ninguna relación sentimental con las otras (…)», página 160.
Esta es la gran demostración de sus prioridades durante un período de crisis en el cual está cegada. Es ingenua, infantil y caprichosa. Es una visión machista sobre la única mujer a la que se le da un mínimo protagonismo en la historia.
Registros y puntuación
A pesar de que no hay fallos ortográficos o gramatical muy graves, hemos encontrado con un problema que se repite. En Cegados, todos los diálogos están mal puntuados.
«-¿Cómo te llamas?, ¿qué cómo te llamas? – oía insistentemente-.», página 15. La forma correcta de puntuación sería: “—¿Cómo te llamas? ¿Que cómo te llamas? —Oía insistentemente”.
Además, también hay errores a la hora de redactar los pensamientos del personaje, que tiene una puntuación específica.
«-¡Un ladrón!-pensó alarmado-.», página 25, debería ser: “«¡Un ladrón!», pensó alarmado”.
Para una correcta puntuación de los diálogos, recomendamos este artículo. Es una parte muy importante de una novela que siempre se puede arreglar durante la corrección.
Asimismo, también hallamos algunos cambios de registro que, precisamente, al ser durante una escena sexual, cortan el ambiente.
«(…) le colocó un profiláctico y se subió encima de él, lo introdujo con habilidad y comenzó a cabalgar poco a poco aumentando progresivamente el ritmo, mientras Rafa le masajeaba con deleite sus grandes mamas (…)», página 71.
Si ya has usado un lenguaje informal en las otras múltiples escenas de sexo anteriores, no cambies de registro. Llama demasiado la atención y saca al lector de la escena.
Exceso de comas
Y ya para finalizar me gustaría resaltar la gran falta de punto y seguido. Hay párrafos enormes sin un solo punto, con una consecución de acciones a base de comas. Es agotador.
«Llegó a su casa, pero se encontró con una desagradable sorpresa, la puerta estaba destrozada, solo se mantenía cerrada por unas pegatinas de la policía local con la leyenda de “No pasar”, el interior estaba algo revuelto, pero estaba muy cansado, le apetecía dormir, así que dejó el desorden para después, bloqueó la puerta con una simple silla, seguía haciendo un calor anormal, se acostó dejando la habitación a oscuras, con las persianas completamente bajadas y la opaca cortina extendida, como era su costumbre, mientras entraba en el sueño no pudo reprimir pensar en Alicia que le había causado una honda impresión, sabía que era inalcanzable, ella nunca se fijaría en un tipo como él, se durmió mientras fantaseaba como podría conseguir atraer su atención.», página 24.
Una correcta puntuación hace que el ritmo de la narración sea más tranquilo y llevadero. Consigue que el lector no sienta que está leyendo una lista de la compra de acciones, pensamientos y descripciones. El ritmo es muy importante.
Mi PoV
Cegados es una novela que tiene que mejorar en muchísimos aspectos.
Lejos de las características formales, los personajes y la historia necesitan más trabajo y revisión. Es como si se hubiera quedado solo en la superficie a la hora de crearlos. Con una trama como la que muestra, no se le saca todo el partido que se podría.
Es superflua, sobrecargada de escenas sexuales, que no aportan nada a la trama, y machista. No parece que sea la primera novela de una saga. Con una corrección completa podría convertirse en una buena novela postapocalíptica.
Nuestra pregunta
¿Qué lado escogerías si estuvieras en una situación similar? ¿Serías el héroe o solo mirarías por tus intereses?
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