Literup os trae una nueva crítica creativa (si desconoces qué diferencias hay con una reseña, este artículo es para ti).
En esta entrada analizamos Fluir con la vida: Cómo gestionar tus emociones, un libro de desarrollo personal y autoayuda.
Realizamos el sorteo de un ejemplar desde el martes 12 de abril hasta el martes 19 de abril en nuestra página de Facebook.
Como en otras ocasiones, os recordamos que estas críticas se disfrutan más si se ha leído el libro o se está haciendo lectura simultánea, para poder entender todos los elementos que aquí se explican con el texto delante. Hay un enlace a Amazon para comprar el libro al final del artículo.
Empezaremos con una breve sinopsis:
Fluir con la vida intentará ayudarte a gestionar tus emociones: miedo, culpa, rabia, tristeza o perdón. Contiene una serie de ejercicios para que completes tu proceso de crecimiento y alcances un estado de mayor relajación y felicidad. Es una guía que tratará de aumentar tu autoestima y satisfacción, es un viaje hacia el interior en el que la autora nos muestra una síntesis de su propia experiencia.
Pilar González Álvarez es escritora, trabajadora social y terapeuta gestalt. Desde siempre le ha gustado escribir y expresar a través de la palabra escrita sus vivencias, fantasías, ideas y sentimientos. Escribe tanto novela como poesía, relatos y libros de autoayuda.
Fluir con la vida fue finalista preseleccionada del Premio Espiritualidad, convocado por la editorial Martínez Roca en el año 2000. En 2004 publica su primer libro, El despertar de Abelia.
Los pros
Estructura
La obra está muy bien organizada, tanto en sus capítulos, cada uno dedicado a una emoción en concreto, como dentro de cada sección. Todos los capítulos comienzan con una vivencia relatada a modo de narración introductoria. O, en su defecto, con un poema que a su vez se relaciona con el tema.
“Si amamos de verdad no hay nada que esperar, nuestra copa está llena y rebosa, el goce es el de dar: en esto consiste la generosidad”.
Una obra práctica
Al final de cada capítulo nos encontraremos con un ejercicio con el que trabajar nuestras emociones. Estos ejercicios son el alma del libro, una aportación destacada que revela el carácter práctico de la obra. La autora no se limita a exponer sus opiniones o experiencias. Su intención es ayudar activamente al lector, servirle de guía. Fluir con la vida pretende ser, ante todo, útil.
“Cambiar con la aceptación de lo que somos, sin luchas esteriles, sin negarnos, sin fingir, sin amoldarnos a la idea que tenemos de lo que se espera de nosotros”.
En los ejercicios trabajaremos para liberar nuestras emociones a través del control de la respiración, en un ambiente cómodo y tranquilo. A lo largo del libro la autora asigna a cada emoción un color, lo cual es un punto a su favor a la hora de visualizarlas en los ejercicios.
“He oído a muchas personas decir que no pueden hacer nada por los demás porque sus desgracias se deben a su karma, no hay para mí nada más abyecto, con esta actitud renunciamos a nuestra responsabilidad, justificamos nuestra desidia e insensibilidad”.
Referencias
En cada capítulo aparecen numerosas citas y referencias de otras obras, como El caballero de la armadura oxidada o El alquimista, para apoyar su texto. Este esfuerzo de documentación ayuda al lector a relacionar las ideas y metas de Fluir con la vida con las de otros autores, a la vez que nos sirve para descubrir nuevas lecturas.
Con sus propias palabras
Muchos lectores agradecerán que se huya de tecnicismos y diagnósticos, que no sea un sesudo estudio de la mente humana. La autora nos da consejos para intentar afrontar con éxito un proceso que ella ya ha experimentado.
“Creemos que perdonar tiene que ver con liberar al otro de sus culpas, y en realidad es a nosotros a quienes estamos liberando. […] Pero no nos equivoquemos, perdonar no es justificar, el perdón conlleva un acto de responsabilidad, un compromiso de evitar que vuelva a ocurrir el daño”.
El contenido se vincula íntimamente con las vivencias de quien lo relata. Lo que se nos cuenta es tan sincero como subjetivo, y tan poco habitual como hacernos admitir que poseemos aspectos luminosos y oscuros que no podemos simplemente rechazar como si no existiesen.
“Si soy una persona triste y me esfuerzo por ser alegre, estoy luchando contra mí, rechazo lo que soy en este momento”.
Los contras
Edición
El libro tiene algún problema con el uso de los puntos. No deben usarse al final del nombre del autor, del título de la obra o de los capítulos.
Sería buena idea que en el índice se detallase el número de página en que comienza cada capítulo. Sería de utilidad en una obra como esta, de la cual se espera que el lector consulte ciertas secciones en el futuro, sobre todo los ejercicios, que, por cierto, ni siquiera aparecen reflejados en el índice.
También aconsejaría eliminar el subrayado en los títulos de los capítulos. Tampoco es correcto encadenar dos dos puntos seguidos, bien sea en los títulos o en el texto.
“(…) capacidad de “responder”, por ejemplo: cuando siento frío emito una respuesta: me abrigo;”
Hemos detectado falta de criterio a la hora de elegir cuándo escribir ciertas palabras con mayúscula (Yo/yo, Vida/vida, etc.), cursiva y comillas. De hecho, en el capítulo 1 aparece una cita que comienza en cursiva y termina en redonda.
Esto no es un error, pero habría recomendado otro título. Ya existen en el mercado otras obras de este género con el mismo nombre.
La palabra “conmover” aparece, varias veces, escrito como “con-mover“. Supongo que la intención es enfatizar su significado, pero el resultado no es óptimo, porque “conmover” es ya una enfatización en sí misma, una suma de dos partículas que forman un nuevo vocablo.
“(…) y cuando algo me toca, me con-mueve, ya nada es igual.
El efecto sería bueno si lo usásemos para crear una nueva palabra. O para darle una vuelta de tuerca puntual al significado original de conmover. Sucede lo mismo con “auto engañar”.
Fluir con la narración
Aunque es evidente que la intención de Fluir con la vida no es destacar por su prosa, la narrativa está poco cuidada. Un texto bien redactado y sin errores, aunque sean de poca envergadura, llegará mejor al lector. Eso es algo a tener en cuenta tanto en una obra de ficción como en un libro de autoayuda.
Algunos ejemplos son el exceso de enumeraciones (siempre terminadas con un “etc.”) y adverbios terminados en –mente. Hay algunas comas que faltan o sobran. Y otros deslices, como las tildes en los pronombres interrogativos, de los que estas citas son solo una muestra:
“(…) pues es muy cierto que «Por mí misma nada puedo hacer»”, “por”, en minúscula, o bien poner dos puntos tras el “que”.
“(…) o tumbaros en ella y sentirla por completo percibiendo su calorcito”, “Tumbaos” y “sentidla”.
“(…) siéntela y explora de donde procede el sentimiento”, sería “dónde”.
“¡Qué paren esto, qué lo paren!”, esos “que” van sin tilde.
“(…) se convierte en un problema cuando lo vivenciamos en”, no existe el verbo “vivenciar”.
“En una ocasión tuve un incidente conduciendo, al llegar a casa estaba fuera de sí”, sería “fuera de mí”.
El ritmo
El ritmo es demasiado acelerado. Quizás esto ocurrió de forma inconsciente, al enlazarse en el texto multitud de frases e ideas a través de comas cuando lo natural hubiera sido poner un punto y construir una nueva oración.
La incorrección no está tanto en si aquí o allá una coma debió ser un punto, sino en que creo que beneficiaría al conjunto un ritmo más pausado, puesto que estamos ante una obra que invita al lector a la reflexión, no a devorar sus páginas para conocer lo que sucede al final.
Enfoque y rigor documental
Nos han parecido excesivas las referencias a la Odisea en el primer capítulo. Da la sensación de que se utilizan estas citas más como prueba que como ejemplo de que las enseñanzas de Fluir con la vida tienen una base sólida.
“(…) determinadas zonas de nuestro cuerpo estén como ahuecadas y que el oxígeno no llegue adecuadamente a todas nuestras células”.
Nunca es buena idea mezclar autoayuda con bioquímica clínica.
“(…) el anhídrido carbónico”, se recomienda, desde la década de los noventa, decir dióxido de carbono.
“Podríamos comparar esta armadura con un glacial, inmenso”, se refiere a un “glaciar”.
La mezcla de lo místico y lo práctico es, en general, armoniosa. Pero en algunos capítulos el contraste entre la extática narración y el espíritu utilitario del texto contrasta demasiado.
Al final del segundo capítulo de repente se carga contra la humanidad por causa de la contaminación del medio ambiente. Es un giro inesperado y poco adecuado al contexto, por mucho que cualquier lector pudiese mostrarse de acuerdo con ella.
La culpa
El capítulo cuatro, que trata sobre la culpa, se inicia con una reflexión de cariz religioso que, en mi opinión, debería evitarse en un libro que pretenda ser universal.
“Arrastramos desde el principio de los tiempos el sentimiento de culpabilidad, desde Adán y Eva […] Llevamos sobre nuestras espaldas la gran carga de ser hijos del pecado”.
Aunque la intención final de este razonamiento es rechazar que debamos cargar con esta culpa, mi sugerencia sería no meterse en semejante berenjenal. O bien explicarlo de otro modo, ya que estas afirmaciones, escritas únicamente para dar pie al tema a tratar, no llegan a refutarse.
Nuestros sueños
En el mismo capítulo, la autora nos impele a interpretar nuestros sueños y descifrar los crípticos mensajes que nos arrojan para afrontar nuestra culpa y liberarnos de ella. Nos dice, por ejemplo, que si soñamos con un dragón o una bruja, significa que vamos por mal camino. En cambio, si es con un hada o un ángel, significa algo positivo.
Esta ingenua y pueril explicación, aun en el caso que de fuese valiosa para nuestras vidas, es tan obvia y tópica que nadie tendría que detenerse a explicárnosla. Es una carga de dinamita en los cimientos de la credibilidad del libro. Conseguirá que muchos lectores se pregunten confusos qué es lo que están leyendo exactamente.
“Por ejemplo: un avestruz puede indicar que tendemos a esconder la cabeza bajo tierra, es decir, que evitamos ver y oír qué nos ocurre. En este sentido nos estará hablando de que tenemos la necesidad de desarrollar nuestra atención, y que debemos corregir esa actitud de huida. Aunque esta solo es una de las múltiples interpretaciones que puede tener. Aparecen en cualquier momento en que sea necesario su mensaje”.
Imagino que las personas que saben que los avestruces, en realidad, no esconden su cabeza bajo tierra no soñarán con esta ave si deben corregir esas actitudes.
Mi PoV
Fluir con la vida es cercano al lector. No pretende sentar cátedra. Solo ayudar, a través de la experiencia de la autora, a quien necesite aprender a gestionar mejor sus emociones. Quiere ser una senda a través de la cual enfrentarse (y no esquivar, el camino fácil) a nuestras dificultades. Por eso comienza hablándonos del héroe, que parte a la aventura para terminar conociéndose a sí mismo.
Sus buenas intenciones, empero, no ocultan que precisa una buena revisión para pulir ciertos resbalones del texto.
“Por último me gustaría que no creyeras nada de lo que aquí he escrito, sino que indagues, explores, observes y descubras por ti mismo cuál es tu verdad, pues yo tan solo te he expresado la mía.
Gracias por escucharla”.
Nuestra pregunta
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1 Comment
Como siempre, me encantan vuestras críticas. Aprendo mucho de los errores y aciertos de los demás.
Gracias por compartirlas. Me declaro adicta a estas críticas.