Literup os trae una nueva crítica creativa (si desconoces qué diferencias hay con una reseña, este artículo es para ti).
Hoy voy a iniciar muy claro y conciso: estamos frente a una obra de calidad. Así que respirad hondo frente a este libro de ciencia ficción, porque se ha ganado un gran defensor. De todas formas, estas críticas son y serán siempre objetivas, por lo que allá van los argumentos.
Realizamos el sorteo de un ejemplar desde el jueves 5 de diciembre hasta el jueves 12 de diciembre en nuestra página de Facebook.
Como en otras ocasiones, os recordamos que estas críticas se disfrutan más si se ha leído el libro o se está haciendo lectura simultánea, para poder entender todos los elementos que aquí se explican con el texto delante. Hay un enlace a Amazon para comprar el libro al final del artículo.
Empezaremos con una breve sinopsis:
La contaminación ha hecho irrespirable la atmósfera. El aire se comercializa y el magnate Volpi tiene el monopolio. Por eso, tras su muerte, nadie sabe qué va a ser de sus reservas de aire. Todo parece normalizarse cuando el Gobierno interviene, pero Vidal, un trabajador del Ministerio de Información, encuentra una pista: Volpi podría estar vivo y preparando algo mucho más grande.
Jaime Molina nació en Linares (Jaén) en 1969. Desde siempre, este licenciado en Informática y profesor universitario ha tenido la necesidad de escribir. Un deseo que ha saciado creando cuentos, novelas y novelas cortas, por las que viene ganando premios desde el año 2009. Con varias publicaciones a sus espaldas, Días para morir en el paraíso le abre a la ciencia ficción con mayúsculas.
Los pros
Voy a dividir los pros en dos secciones independientes, pero que parten de la misma base: la calidad de los elementos que sustentan la novela. En la primera parte hablaré de los elementos puramente narrativos, que tiene cualquier texto, y en la segunda parte, de los elementos de ciencia ficción. Por tanto, iremos de lo general a lo particular.
Elementos narrativos
Como escritor, me identifico con la motivación y la premisa que se expone al inicio de la novela: querer ser más de una persona al mismo tiempo, pero sin dejar de ser uno mismo. Este es el motor que empuja al personaje y a la trama. Al principio, el personaje que se nos presenta lleva una vida monótona, sin sobresaltos.
Las reflexiones que se producen entre él y el lector consiguen una identificación casi completa entre ambos, haciéndonos entrar de lleno en la trama desde el primer momento. El autor consigue darle a su protagonista una voz única, y esto es positivo porque la novela no deja de ser una conversación en tiempo real entre Vidal, el protagonista y narrador, con el lector.
El personaje nos va explicando poco a poco los entresijos de su mundo. Empieza hablándonos de su forma de trabajar, hasta que empiezan a aparecer elementos preocupantes, discordantes con nuestra sociedad, que son aquellos que están normalizados siendo extremos. En este caso, la compra de aire para poder vivir. Esta situación me ha recordado a la película In time, donde el dinero equivalía al tiempo de vida restante.
Lo desconocido
Sin embargo, al mismo tiempo que Vidal nos explica esto, también nos explica cosas que sí conocemos, como los metros (medios de transporte).
“Para algunos era el metro, para otros, el subte”, página 12.
Este contraste es positivo, puesto que la voz del autor y su experiencia vital no se superponen ni interfieren con las de Vidal, que es el verdadero narrador. Para él nuestro mundo no existe, simplemente está describiendo el suyo, tenga coincidencias con el nuestro o no.
Esto puede parecer una nimiedad, pero hay muchas novelas de ciencia ficción donde el contexto es confuso debido a que solo explica los elementos únicos de su sociedad sin saber cómo se relacionan con los nuestros.
Las explicaciones de las que hablo son simples y, por tanto, interesantes, por ejemplo, de los sistemas de funcionamiento, tanto laborales (ordenadores, protocolos de actuación, jerarquías) como cotidianos (medios de transporte y ocio, sistema sanitario, suministro de aire). A veces menos es más, no hace falta crear elementos exagerados solo por la originalidad, sino funcionales con tu contexto y tu trama, como hace el autor.
“Forzar el curso de un procedimiento hasta ese extremo se consideraba un factor negativo y el funcionario responsable del expediente podía llegar a ser sancionado, en función de la gravedad de los hechos, con el pago de una multa que se deduciría de la siguiente nómina, […] o incluso, […] podía significar una condena al ostracismo”, página 7.
Elementos de ciencia ficción
Tanto el contexto, del que ya he hablado, como los elementos característicos de las novelas de ciencia ficción están muy bien introducidos en el desarrollo de la trama. Son pertinentes y coherentes con este desarrollo; no son un simple muestrario forzado de imaginación y originalidad. Ni el contexto está supeditado a la trama ni al revés, sino que se complementan.
Estos elementos son los típicos de una buena historia de ciencia ficción, pero no por ello esto es algo necesariamente negativo. El protagonista, Vidal, está hastiado en una vida monótona. Está aburrido y desesperado, el mundo que le rodea no es suficiente para sentirse pleno.
Pero cuando intenta cambiar eso, es el mismo contexto, es la misma sociedad la que se le echa encima e intenta impedírselo. Como siempre, cualquiera que intente salirse del redil supone una amenaza. Aunque en este caso el Gobierno no pretende eliminarla, sino utilizarla a su favor.
Ejemplos
A continuación, os enseñaré una lista que he hecho por dos razones: la primera de todas, curiosidad (los lectores siempre estamos haciendo estas cosas), la segunda, para demostrar que si utilizas los elementos típicos de un género de forma inteligente y los mezclas según la necesidad de tu historia, puede salir una trama de calidad. Esta lista versa sobre elementos típicos de la ciencia ficción usados en Días para morir en el paraíso:
-Aire contaminado: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
-Modificación de recuerdos (en esta sociedad, aceptado): Total Recall.
-Control social (también aceptado aquí): Matrix (entre otros).
-Sistema perfecto: Un mundo feliz (pero sin felicidad).
-Cinevisión y destrucción de los libros físicos (algunos sin copia digital): Farenheit 451.
-La trampa a los manifestantes (muros de cristal los encierran y el suelo se abre bajo sus pies): Sinsajo (Los juegos del hambre, tercera parte; las famosas vainas).
-Volcado de conciencia o cambio de cuerpo: las películas Transcendence o Chappie.
Los contra
La voz de algunos personajes
Porque sí, a pesar de todo, esta novela tiene algún que otro contra, y la voz de algunos personajes es uno de ellos. En concreto, de Zoda, dueño de un local de ocio, y de Vanella, la androide que acompaña a nuestro protagonista en la investigación sobre el paradero de Volpi.
El discurso de Zoda, el dueño del local, no tiene personalidad. Es un mero instrumento de explicación de conceptos y reflexiones utilizado por el autor.
“Pero a estas alturas, no encuentro motivos para escandalizarse. Ya hemos visto infinidad de veces lo que el hombre es capaz de hacer con sus semejantes, y no digamos con el mundo que habita. Hemos visto todo lo que podíamos ver, e incluso lo que no podíamos ver”, página 136.
Además, en su escena introductoria quedan cabos sueltos muy fáciles de resolver, que dejan al lector con cierto resquemor y hacen que este defecto se acentúe. Si la motivación de Vidal es encontrar a su exnovia, por la que todavía siente, ¿por qué no hace más preguntas al ver que Zoda, claramente, sabe más de lo que cuenta?
Este silencio se entendería si Zoda tuviera el control de la conversación; sin embargo, el control de la conversación está en manos de Vanella, la androide aliada del protagonista.
Vanella
Respecto a Vanella, tenemos dos errores: uno en la voz, y otro en la percepción que le llega de ella al lector, consciente, sí, pero excesiva. Me explico.
Su forma de hablar es una mezcla entre un robot y una persona humana, no encuentra su propia voz; es como si el autor quisiera que hablara como un robot, pero se le colaran pequeños detalles que denotan humanidad, como léxico específico o construcciones gramaticales tales como:
“No lo sé. ¿Cómo iba a saberlo? Haces demasiadas preguntas y yo no tengo ninguna respuesta”. Aquí parece enfadada.
“Podemos consultarlo en los ordenadores de la Central”, página 59. Con esta apreciación, Vanella se preocupa por su integridad, priorizándola sobre el objetivo de la misión que tiene preprogramado. Aquí parece preocupada.
Esta confusión humanizadora se agrava con las continuas reflexiones por parte del protagonista, tipo: “no me pareció que su mirada estuviese tan vacía como la de un muñeco, sino que había algo extrañamente humano en aquella expresión”, página 59.
La falta de niños
Esto es una apreciación personal, pero me ha llamado la atención y quería compartirlo con vosotros. El contra no sería la falta de niños en sí, que es irrelevante en todos los sentidos, sino que, en el mundo que ha construido el autor, no caben.
Literalmente. ¿Cómo se desenvuelven los niños en un ambiente donde todo el mundo debe ir con un cilindro de aire para no morir asfixiado? Los niños nunca podrán ir solos sin un adulto. Los niños serían víctimas potenciales de los ladrones de cilindros.
El autor habla del control de natalidad muy de pasada; se menciona la falta de valor que tiene la vida en general, pero si no existiera una preocupación real por la perpetuación de la vida humana, nadie se preocuparía por la desaparición de Volpi y el incierto futuro de su fábrica de aire. Se dejarían morir. Pero no es así. Entonces, para seguir con la humanidad, también se necesitan niños.
Está claro que en tan pocas páginas no hay necesidad de nombrarlos. Que no aportarían absolutamente nada a la trama. Pero lo pongo en el apartado de contra para que pensemos en esta contradicción. El deseo de continuar como raza humana no se refleja en un ambiente adecuado para la procreación.
Erratas
Hay muy pocas, pero hay. La mayor parte, referidas a comas entre sujeto y predicado cuando el sujeto es extenso:
“Una de las informaciones que se desprendía de los archivos de Renian, era que…”, página 14. Se ve mejor si sustituyes todo lo de antes de la coma por “Esto”.
Otras:
“apenas si existían fisuras, y éstas solían ser rápidamente solventadas”, página 8. (El uso del acento en “éstas” ya no es obligatorio según la RAE).
“—¿Estás temblando? —.”, página 44. Raya y punto innecesarios.
“y se lo enseñó a Zoda: Era un pequeño frasco”, página 133. Detrás de dos puntos no va mayúscula a menos que sea una cita o siga las propias normas de la palabra (como un nombre propio, por ejemplo).
Mi PoV
Días para morir en el paraíso es una novela que podemos decidir leer rápido debido a su corta extensión. Utilizo este apartado de la crítica para frenaros. No digo que no podáis acabárosla en un día, sino que la saboreéis palabra a palabra desde el principio.
No saltéis las partes descriptivas, no saltéis capítulos leyendo primero la historia de un personaje y luego la del otro. Todo está muy bien marcado y escrito por una razón. El placer completo de esta lectura se consigue de esta forma.
Nuestra pregunta
¿Hasta qué punto os importa el final de una historia si el camino ha sido magnífico?
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