Hay un dicho popular que reza así: “No desenvaines una espada si no estás dispuesto a usarla”. Al escritor ruso Antón Chéjov le habría encantado este refrán. Al fin y al cabo, su teoría de la llamada arma de Chéjov viene a decir eso mismo.

Podríamos resumirla en: no pongas algo en tu relato que no vas a utilizar. Durante todo el post entenderás por qué es fundamental en tu texto y cómo puedes dispararla sin miedo.

La teoría argumentativa del arma de Chéjov

El arma de Chéjov: instrucciones de uso

Este término hace referencia a una frase del propio autor: «Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero este debe ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser disparado, no debería haber sido puesto ahí».

El sentido está claro: no coloques en tu obra elementos que no sean imprescindibles. Si lo haces, no provocarás más que la confusión del lector y expectativa de que suceda algo con ellos.

Para el autor ruso todo lo que no fuera indispensable en la historia no debía ser descrito ni aparecer de ningún modo. El motivo es doble: no engañar al lector ni crearle expectativas de algo que no iba a suceder.

Existen, asimismo, dos soluciones en esta teoría: darle una carga argumentativa al elemento en cuestión o eliminarlo. Lo  ejemplificaré para el artículo mediante un caso concreto en una novela policíaca que nos hemos inventado en la redacción. Ha muerto un hombre y el policía que está investigándolo encuentra, en la escena, una carta escrita por la madre del agente sin remite ni dirección. No se sabe nada.

 

¿Disparar o guardar?

Si la carta aparece, el lector esperará que tenga algún tipo de peso en la historia. Al fin y al cabo, es el tipo de objeto que llama la atención. Si tu intención es crear esa expectación, dispara el arma de Chéjov.

¿Has pensado, querido escritor, en las relaciones que pueden haber unido a esos personajes? Tal vez sea casualidad, fruto de un robo, pero podemos convertirlos en hermanos. Usemos un clásico: tienen la misma madre y ella escondió a uno y se quedó con el otro. El muerto lo sabe, pero el policía no. Dale algún tipo de fuerza y lógica a que eso esté ahí. Es un elemento lo suficientemente impactante como para que se acuerde el lector.

El propio Tolkien durante toda la saga de El señor de los anillos nos deja pistas. Sabemos que Gollum está obsesionado con la pieza de joyería más cara de toda la Tierra Media. ¿Es esta necesidad del propio hobbit un arma de Chéjov? Ese elemento que aparece durante toda la historia y que llega a ser algo fundamental y que, en este caso, no es un arma. Tanto es así que se convierte en el medio por el que se destruye el anillo.

Pero volvamos a la carta de la madre del investigador. Tal vez, tú como escritor hayas decidido incluir ese ejemplo para crear una relación entre ambos, que sea un detalle precioso pero sin importancia final en la resolución de la trama. Entonces mejor será que lo elimines. Si no lo haces, no crearás más que una expectativa en tu lector que, finalmente, no se verá resuelta.

Para Chéjov, los elementos innecesarios son eso, innecesarios, no solo por la sorpresa que pueda provocar en tu público, sino también por la simplicidad.

 

¿Arma o Macguffin?

El llamado Macguffin también es una teoría argumentativa en la que un elemento que parece fundamental en la trama resulta ser una excusa para contar otra historia. De este modo, si encontramos un objeto que parece que será importante, pero finalmente no lo es, ¿deberíamos quitarlo?

Depende, ya que en casos como este no se trata de un elemento puesto a la ligera. En ese caso has de valorar, como creador de tu obra, si es tan importante como para que toda la historia verse sobre él… pero sin peso en sí mismo. Un arma vacía, sin balas.

Lo que marca la diferencia es la necesidad. Es decir, tienes que plantearte si sirve para enganchar o, simplemente, si lo has colocado porque te gusta. Si es un cebo o una excusa para contarla, tienes que tenerlo claro.

Hay cientos de ejemplos de Macguffins en la literatura, pero creo que el más claro de todos, independientemente del propio Hitchcock (quien “creó” este concepto en sus películas), es la madre de los hijos de Ted Mosby en Cómo conocí a vuestra madre. Ella resulta ser una excusa para ver todas las aventuras y desventuras del protagonista y sus amigos. Y a (casi) nadie pareció importarle.

 

Eliminemos el arma

Pero claro, ahí estás tú y te gusta tu obra tal y como la has creado. Así que no quieres eliminar la carta de la madre del investigador. Aquí tienes tres motivos por los que deberías quitarla, independientemente del tipo de arco emocional que hayas decidido usar en tu historia:

 

1. Puede acabar siendo un spoiler del final.

Cuidado con dar demasiados detalles en tu historia. Tal vez puedas hacerlo con mucho cuidado, pero tendrás que tener mil ojos. Si tus pistas son demasiado evidentes, el lector se sentirá decepcionado.

 

2. Las teorías de tus lectores

Vale, igual no creas un hype tan grande en tus fans como J. K. Rowling en los suyos con Harry Potter. Pero eso no significa que no juegues con tu público, siempre que lo hagas con tranquilidad. La autora británica sabía que solo si el elemento se iba a utilizar, debía estar ahí. Por eso su saga está llena de armas de Chéjov muy bien empleadas.

 

3. Concreción por concreción.

El sentido último de esta teoría es colocar elementos que sean indispensables. Así que plantéate si lo que has escrito es tan fundamental como podrías pensar en un inicio. Si crees que tu historia puede pasar sin ello, por favor, deshazte de esa carta.

 

Tu arma, tus normas

Finalmente, eres tú quien decide si disparas o quitas ese arma. Eres el dueño/a de tu texto, así que tendrás que acarrear con las consecuencias tú solo. Pero te recordamos que cuanto más claro seas y mejor te dirijas a tu camino, más cómodo será para quien lea tu texto. Una dirección clara siempre es un acierto seguro.

Eres tú quien tiene que decidir con qué quedarse. Dispara o envaina, pero haz algo con esa maldita carta.

Nuestra pregunta

¿Qué armas de Chéjov crees que se podrían haber ahorrado en los grandes clásicos?

Author

Llovía, nací, crecí e hice Periodismo. Escritora de 'La gelba' y vikinga en mis ratos libres desde hace 27 años. En mi blog 'Adriana Tejada. Escritora', me peleo con el #RetoRayBradbury. El resto del tiempo bebo agua, vendo libros y acoso a perros. Mother of Beagles.

5 Comments

  1. Celia Añó Reply

    Este artículo es interesantísimo. No conocía el arma de Chéjov (Aunque justo ayer estaba viendo una serie donde se mencionó el Macguffin, viva la casualidad) y me parece muy interesante. Como esctitora y lectora, porque yo soy de las que está siempre esbozando mil teorías con todo lo que lee y muchas veces acabo decepcionada precisamente por esas espectativas que comentáis.

    • Es inevitable y era precisamente esa la de Chéjov, evitar la decepción. Especialmente en el siglo XXI donde en las historias puede suceder absolutamente de todo. Es igualmente complicado sorprender… y no decepcionar. El Macguffin en realidad sería el archienemigo del arma de Chéjov jajajaja Muchas gracias por el comentario!

  2. No sabía que esta técnica tenía nombre, pero notaba que era un patrón en muchas películas de Hollywood. Algo sin sentido, de lo que luego más tarde se comenta: “Ahhhh, por eso estaba alli”. En la serie “Prison Break” lo utilizan hasta la saciedad por capítulo.

  3. Estoy pensando en la historia de la exitosa serie Lost, con su colección infinita de armas que nunca se disparan. Tal vez solo lograron salirse con la suya por el formato de entrega por capítulos. En todo caso es un buen ejemplo de que más vale astucia que recetas.
    Muy fácil de leer y bien explicado, muchas gracias!

  4. No conocía el nombre de esta técnica, gracias. ¿Y qué hay de las pistas falsas que siembra el autor? ¿Tenéis algún artículo sobre el tema?

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