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Rocío Molina

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Cuando te embarcas en la aventura de escribir una novela, piensas en el final como el momento más apoteósico. Sientes que cierras una etapa y te despides de unos personajes que han estado contigo hasta en sueños. Tu rutina a la que te has enganchado en estos últimos tiempos se va a alterar irremediablemente y sientes ante tanto cambio un vértigo indescriptible.

Por un lado, eres afortunado porque tu meta es ya una realidad y, por otro, se despiertan todos los miedos que, silenciosos, siempre te han acompañado. Ese limbo entre deseo y temor puede ser el culpable de que el final de la novela se precipite hacia un desenlace nada memorable. De verdad que es tan malo dejar de creer en tu trabajo como las prisas por querer acabarlo.

No todas las narraciones son tan simples como para cumplir religiosamente el esquema de introducción, nudo y desenlace. Vamos a ir más allá. Toca desvelar al lector seis maneras que tiene el escritor de contar historias. Se trata de una serie de únicos arcos emocionales, que se aplican más al género dramático que al cómico, y que identificaréis en diferentes obras.

Inspirados en la vida de los dioses o en relatos contados de generación en generación, han trascendido en el tiempo y en el fuero interno de los autores hasta convertirse en verdaderos esqueletos emocionales. Su recopilación ahora se la debemos a un estudio de la Universidad de Vermont en Burlington, aunque a buen seguro que detrás de cada explicación reconoceréis los patrones de los que os hablo.

Amigo escritor, sé que puedes tener algunas manías en tu día a día. Entiendo también tu sed de reconocimiento y el anhelo porque tu trabajo se convierta en la obra de cabecera en nuestras estanterías. De verdad que me pongo en tu lugar e intento comprender. Lo que pasa es que en tu obsesión desesperada por hacer el próximo bestseller estás agotando la paciencia de los seguidores.

Permíteme que te diga que has llegado a ser lo más parecido a un robot o bot (que, por cierto, tanto usas) y has vendido por entero tu personalidad a cambio del halago fácil y de hornadas de fans que automáticamente te siguen sin conocerte y (voy más lejos) sin ni siquiera leerte.

Sabemos que entre los propósitos que cada año te marcas destaca por encima de todo el de retomar ese blog de escritor que hiciste una noche de euforia literaria. Sí, amigo, ese espacio que un día decidiste abrir al amparo de la creatividad y que ahora está abandonado a la deriva en el mundo de la blogosfera.

Tras meses de desencanto te preguntas una y otra vez qué es lo que falló de tan buen plan. Por más que lo intentas no logras que el proyecto remonte y al final el sitio web se convierte en un episodio pasajero.

Creo que tras haber pasado un tiempo prudencial ya me vais conociendo. Y sí, creo en las historias de héroes, pero también en las princesas autónomas y en lo que se puede aprender de un cuento. Soy muy crítica conmigo misma y tengo una curiosa relación de apego (tal vez demasiado) por las comas. Pero lo que seguro que no sabréis hasta esta confesión es que yo también he caído en los concursos estafa y en los premios literarios trampa.

No es ningún secreto que hay editoriales que viven de lanzar colecciones a base de la ilusión de los escritores. Bajo un pretexto sencillo y un eslogan atractivo, plantean el concurso. Este tendrá un premio en mayúsculas, pero también letra pequeña que no deberíamos de ignorar. La trampa será inevitable si no se detectan unas señales previas:

Hacerse un autor conocido no es tarea fácil. Podemos tener un blog que resulte el mejor escaparate para mostrar la creatividad, pero no será suficiente para alcanzar la deseada fama. Es cierto que al publicar contenidos tenemos ya la primera batalla ganada. Aquí estaremos ante la materia prima que da sentido a todo. Y entonces os preguntaréis, ¿qué es lo que nos faltará?

Sin duda la respuesta está en el alcance de la audiencia. A través de su aprobación sabremos si estamos o no en el camino acertado. Conseguir difusión de nuestro trabajo será el motor que nos lleve al reconocimiento. Por eso, se convertirá en fundamental el guestpost para llegar a tener notoriedad. Bajo este término hacemos referencia al denominado ‘post de invitado’.

Los bestsellers no se escriben de la noche a la mañana. Esto es una verdad universal junto con el hecho de que el principal obstáculo de un escritor a la hora de publicar reside en él mismo. El sacrificio de hacer un libro es inmenso. A veces realmente titánico. Pero también es cierto que muchos autores con sus propias costumbres añaden dificultades a esta ardua tarea.

Estamos entonces ante toda las famosas contradicciones en el escritor. Y es que existen miles de errores que explican la gran cantidad de textos olvidados sin ningún reconocimiento.

Sin casi opción a dar respuesta os propongo participar activamente de uno de los hábitos más saludables para el que apenas sacamos tiempo. Es posible que la lectura no sea nuestro fuerte y quede en propósito incumplido. Somos expertos en dejar que los libros solo nos ocupen espacio en nuestras estanterías.

Reconocemos que leer es de lo más interesante, pero en la práctica no hacemos esfuerzos suficientes para aprovechar todo lo que estos ‘pequeños’ mundos de letras pueden hacer por nosotros.

Con el estreno del 2017 renovamos nuestros propósitos. Entre esas cuentas pendientes que solemos arrastrar sin remedio año tras año destaca la intención de leer más libros. Esta es una actividad estupenda para ejercer el intelecto e imaginación, a la que por lo general no dedicamos demasiado tiempo.

Por eso, desde Literup queremos ayudaros a cumplir con firmeza esta misión a través de nuestros retos de lectura durante todos estos meses. El objetivo lo vamos a fijar en 24 libros, que es una misión bastante asumible y que se terminará traduciendo en miles de personajes, historias y aprendizaje.

De un tiempo a esta parte nos hemos llenado de términos en inglés que se han convertido indispensables del día a día. Esto se acentúa todavía más si tenemos un blog. El marketing online está plagado de anglicismos. Es fácil que si eres nuevo, te encuentres rodeado de palabras que no te suenan a inglés, sino a chino.

No desesperes, porque esa sensación de no entender nada es universal para todos cuando nos adentramos en la blogosfera. Lo normal es que con el uso estas expresiones se incorporen en nuestro vocabulario de la forma más natural.