Cuando te embarcas en la aventura de escribir una novela, piensas en el final como el momento más apoteósico. Sientes que cierras una etapa y te despides de unos personajes que han estado contigo hasta en sueños. Tu rutina a la que te has enganchado en estos últimos tiempos se va a alterar irremediablemente y sientes ante tanto cambio un vértigo indescriptible.

Por un lado, eres afortunado porque tu meta es ya una realidad y, por otro, se despiertan todos los miedos que, silenciosos, siempre te han acompañado. Ese limbo entre deseo y temor puede ser el culpable de que el final de la novela se precipite hacia un desenlace nada memorable. De verdad que es tan malo dejar de creer en tu trabajo como las prisas por querer acabarlo.

Por ello voy a intentar animarte para que pongas el broche de oro a meses e incluso años de esfuerzo. Ante todo, no te dejes llevar por extraños remordimientos si tienes en mente un nuevo proyecto en el que embarcarte. Recuerda que las aventuras son para los soñadores, pero toma también las riendas de tus ansiedades y apuesta por el cierre que más te enorgullezca.

El final de la novela

Cómo llegar bien al final de una novela

 1. Ten presente tu meta

Tanto tú como yo sabemos que desde el principio hasta el final de la novela seguro que darás muchos giros inesperados. Por mucho esquema que tengas será casi una ley universal ese cambio de rumbo.

Pero tranquilo no te preocupes excesivamente si el guion que te has trazado no sale a la perfección. Las modificaciones de los planes son una muestra de que la historia la estás viviendo intensamente, aunque nunca confundas ciertas rectificaciones con incoherencias.

Hay un ejercicio previo obligatorio para ver el final que se traza desde el inicio de los tiempos. Usa ese esquema cerrado como mapa e intenta seguir los objetivos trazados. Y si en algún momento te dejas llevar por las emociones y adoptas ciertos cambios sobre la marcha, no te estreses. El llegar al desenlace será la mejor recompensa.

 

 2. La intención

Otro aspecto que no debe quedar al azar si quieres llegar con fuerza a un gran final es la intención con la que narras los hechos.

No es lo mismo hacer un cierre que no ofrezca oportunidad para la imaginación que mostrar una solución abierta que hasta admita segundas partes y ciertas interpretaciones. En ningún caso juegues con el lector ni optes por tomar un camino sumamente improvisado para sorprender.

Eso sí, apostar por un final abierto no nos puede alejar de la coherencia.

 

3. El trabajo concienzudo del clímax

Para que nuestra novela sea recordada tienes que ir con pies de plomo y dedicarle cierto tiempo a algunos protocolos. No te digo que te enredes con detalles insignificantes que en realidad no aporten mucho, pero debes de graduar las tensiones y emociones para alcanzar y preparar el perfecto clímax. Este te catapultará de forma directa al final sensacional.

 

4. El bucle eterno de las correcciones

Si hay una excusa para retrasar el colofón de que tu obra vea la luz, será sin lugar a dudas el tema que rodea a las correcciones. Cuando entras en esa espiral infinita que busca la perfección, siento decirte que has caído ya de lleno en el acceso al peor de los infiernos.

En esta fase, aunque no seas excesivamente minucioso, siempre te verás contagiado por el ‘síndrome del eterno insatisfecho’.

Cuanto más leas, más corregirás y también se multiplicarán los errores. Todo irá en aumento (inclusive tu desesperación). Por lo que te recomiendo encarecidamente (y por salud mental) que aprendas en algún momento a parar. No seas tan autodestructivo y quiérete un poco más.

 

5. Enfréntate a la edición

Las trabas para que no pongas el título de fin a tu novela no terminan con las modificaciones ortográficas y de puntuación. Una vez finiquitada esa etapa de tu particular vía crucis intentas retrasar por todos los medios el siguiente paso: la edición.

El miedo al rechazo o a una falta de respuestas pueden acaban con tus ilusiones. Y después de haber estado encerrado escribiendo, no te sientes preparado para el peor trago: el silencio impuesto.

El oficio de escribir nos enseña también el arte de actuar ante las posibles frustraciones. Si quieres ser escritor, te tocará asumir que habrá trabajos muy buenos que nunca se harán conocidos. Y no por ello te tiene que temblar el pulso si se acerca el final de la obra.

No te hagas el remolón y recuerda que la razón fundamental de todo el esfuerzo está en amar lo que haces.

 

6. El destierro de las prisas

Para un acabado redondo tienes que desterrar la tentación de querer correr más de la cuenta. El nervio de acercarse a las últimas páginas te hace pisar el acelerador y dejas tramas inacabadas, personajes vacíos y relaciones inconexas.

La gran labor de constancia se ve truncada por un desenlace chapucero que no dirá mucho de ti como profesional.

¿Y sabes una cosa? Las grandes obras requieren de mucha paciencia. Solo te diré que Víctor Hugo se recreó en Los Miserables la friolera cifra de dieciséis años. Y claro, su resultado y final no pueden ser más mayúsculos.

 

7. Asume la realidad

Por último te diré que asumas el momento y todo lo que has aprendido. No puedes paralizar el tiempo ni tampoco vivir eternamente en una burbuja. Habrá muchas situaciones dolorosas y a buen seguro que no siempre te sentirás comprendido.

Odiarás y amarás por igual todas las páginas de tu libro, pero también te levantarás para escuchar buenos comentarios. Tienes que arriesgar y dejar atrás el mal de no llegar nunca al final de la novela, porque unos tímidos primeros aplausos pueden ser el principio de algo mucho más grande.

El final de la novela

Nuestra pregunta

¿Tú también has sufrido el miedo de llegar a las páginas del final de tu novela?

Author

30 años. Periodista y escritora de vocación. Cofundadora de La vida de color caoba, un espacio perfecto para que las letras e ilustraciones bailen en armonía. Escribir es una forma de vida, ver el mundo con detalle para poder enseñárselo a los demás.

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