Publicar un libro es la ilusión de todo escritor. Es ese momento en que te das cuenta de que alguien que no comparte ADN contigo va a leer tus palabras. Y a hacerlo voluntariamente, además. Pero entonces, en medio de la excitación propia de la publicación llega el miedo. En tu bandeja de correo electrónico hay un mensaje de tu editor: tienes que escribir una biografía de autor.
Los primeros instantes son de placer profundo, no nos vamos a engañar. “Al fin y al cabo soy quien mejor me conoce”, es posible que pienses. Piensas en otras que has leído tan chulas de algunos de tus escritores favoritos. Y justo en ese instante entras en pánico y te preguntas por qué no eres un buen escritor y no sabes hablar de ti. Tranquilo/a, que todo está controlado.